
I
No recuerdo dónde leí (o escuché) que aquello tan bonito de mi madre ha sido madre y padre a la vez, aunque era un intento muy loable de reivindicar los esfuerzos de una madre soltera por criar sin ningún tipo de carencia, no era acertado ni correcto. No se trata de que el amor de una madre no sea suficiente, sino que madre y padre tienen unos roles complementarios (no me atrevo a decir que definidos) que suman a la hora de formar las bases emocionales de un individuo. Sin embargo, uno no puede sustituir al otro.
II
Papá y mamá han sido misterios que he ido desentrañando con el paso de los años, a medida que me he ido pareciendo más a ellos. Con mi mamá, ha sido más sencillo. Basta con mirarme en el espejo para encontrar el mapa de sus lunares, casi en el mismo sitio. La veo, también, en muchas de mis expresiones y en las ironías veladas tras mis respuestas, así como en mi amor por los gatos, los libros y Madrid. Curiosamente, mi madre no conoce esta ciudad, pero siempre me habló de sus ganas de visitarla. Nunca pensé que yo terminaría haciendo vida en ella.
Papá ha sido mi espejo de Alicia. Reconocerme en él ha implicado un viaje de años y a la distancia. Nuestra alergia a los trámites administrativos y la burocracia en general nos ha hecho perder derechos que nos corresponden. ¿Lo más curioso? Él es abogado. Yo, periodista, soy algo desordenada por naturaleza y poco capricorniana. Ambos somos un poco unicornios, -como he contado en alguna ocasión si me sigues en Instagram como lanietadebelen-, y nos hemos llevado por delante unas cuantas barreras cuando hemos sido hipnotizados por los caprichos (y otros anhelos, más reales) del corazón.
A veces, siento que soy más mi padre, aunque haya sido criada por mi madre y mi abuela. Otras veces, siento que soy las dos a la vez, metiendo la pata a velocidades de heroína de Marvel para cometer errores diferentes a los que cometieron ellas. Por alguna razón, siempre terminamos pareciéndonos a lo que decimos que no imitaremos.
III
Comencé a escribir este post con motivo del cumpleaños de mi padre. Mantuvimos una vídeollamada ese día y bromeamos sobre nuestras juventudes. Vi a mi tía y a mi hermano, que también es padre. Fue precisamente esa tía la que me dijo que una madre puede crear mucha confianza con su hijo o su hija, pero nunca llegará a ser su amiga. Siempre opinará como su madre.

IV
En España, el Día de la Madre se celebra el primer domingo de mayo, mientras que en Venezuela se festeja el segundo domingo. Luego de casi ocho años en España, me sigue resultando poco natural felicitarla en ambas fechas. Quizás sea porque no soy tan dada a los parabienes por este medio, pero no me queda de otra. Quizás sea porque me da cierta morriña felicitarla los dos días y que ninguno de ellos esté aquí.
V
Continué escribiendo este post el Día de la Madre en Venezuela. Encadenar los vínculos con mamá y papá por partes me pareció acertado para contar, al menos, una minúscula parte de lo que han moldeado en mi vida. No soy de poner fotos con mi mamá en ese tipo de fechas; quizás, porque tenemos pocas juntas. Por eso, preferí escribir un texto que hablara de cómo ella y Belén han sido determinantes en mi forma de ver las cosas: de cómo ellas fueron mi mundo durante mucho tiempo, y de cómo papá era una isla en ese mundo a la que me gustaba ir y pasar una breve vacación, así fuese tan efímera como un viaje de ida por vuelta.
VI
Aún no tengo hijos. Las razones, personalísimas. Me encantan los niños y, durante temporadas de mi vida, trabajé como canguro a tiempo completo. Sí, he sentido el llamado a ser madre. He sentido el calor viniendo desde las entrañas. Pero, aún está el debate entre querer y poder. De las maternidades precarias, como lo cuenta la periodista y escritora Diana Oliver en un libro que muero por leer. Dicen los entendidos en constelaciones familiares (y me lo dijo mi querida P., también periodista, inmigrante y muy espiritual), que quienes no han tenido/no tienen hijos vienen a sanar eslabones en su sistema familiar.
VII
Ya he dicho que no tengo hijos. Sin embargo, mi pareja tiene dos, y uno de ellos vive en España. En mayo ha cumplido siete años. Su otra hija vive en EEUU, con su madre. Es una chica preciosa, trabajadora y entregada a una de sus pasiones: la actuación. A. es un padre presente, que hasta hace no mucho tiempo vivía bajo el mismo techo de su hijo. Actualmente, sigue llevando a su niño al cole, todos los días. De igual manera, lo busca, y comparte con él dos fines de semana al mes. Además, aprovecha cualquier momento que pueda tener en los otros fines de semana para que la pasemos juntos los tres. O los cuatro, porque su mamá también suele acompañarnos. P. es la suma de muchas de las cosas que están bien en el mundo. No soy su madre biológica, pero lo quiero con una ternura y fiereza que no sé si se le acerquen al hecho de serlo. Su madre, la mejor que puede tener, siempre será estupenda para él. Su padre, el mejor que puede tener, siempre será estupendo para él.
VIII

Mi abuela Belén siempre decía que yo había sacado todas mis características de la familia de mi padre. Yo, en cambio, me veía muy parecida a ella y a mi otra abuela, la española, de quien tenía una foto que mi tía se encargaba de mostrar a todos los primos, para que la tuviéramos en la memoria aunque no la hubiésemos conocido. A. me ha tomado un par de fotos en esta semana (nuestras vacaciones), y en todas veo a mi madre. Ella ha intercambiado conmigo fotos de su niñez y juventud, y nos veo a Belén y a mí en ellas. Somos tres historias en una que han ocurrido en ciudades diferentes, en épocas diferentes, pero con circunstancias similares. No creo que exista una sentencia que nos obligue a repetir ciclos, aunque las ramas de nuestro árbol familiar son más fuertes de lo que pensamos.
IX
Mi padre y mi madre quieren nietos. Siempre doy largas a la respuesta y hablo de la supremacía del gato en esta casa. Como he mencionado antes, las ganas están. Me pregunto si la descendencia va sanando el linaje hacia arriba también. Si nos da a todos la oportunidad de hacerlo mejor como familia, aunque estemos atomizados. Los inmigrantes creamos un modelo de familia donde el cariño se difunde por whatsapp y vídeo llamadas. Aquí hay yayos virtuales que cuentan cuentos por Facetime y dan consejos por notas de voz. Al menos, mi padre ya tiene uno. Mi madre, sigue esperando. Esa es nuestra historia, mamá. Hacernos muy pacientes.